Ya el tiempo presagiaba tormenta cuando se llega al santuario de Piedrafita del Cebreiro y tras maravillarse con su historia que habla de cálices y milagros, ya desde el siglo IX, solamente da tiempo a ponerse a resguardo y pedir un caldo gallego cuando descarga la tormenta. Se marcha la electricidad, los teléfonos se vuelven locos, y los rayos los truenos y la lluvia azotan todo, será la penitencia que nos impone en El Camino. El guirigay es de respeto, los peregrinos todos hablando al mismo tiempo en los distintos idiomas de Babel dan musicalidad al ambiente y de pronto, este plumilla siente a través del suelo como una corriente telúrica le invade, y cree escuchar las voces de sus amigos pintores que también están en el Camino pero a cientos de quilómetros de distancia, en la Ferrería de Amandi pintando otro sábado de Gloria mas, recuperado de su vahído místico se da cuenta de que la alucinación procedía de las dos copas de orujo que cerraron la comida. Cuando la tormenta amaina los peregrinos se van con sus cayados, sus mochilas y sus impermeables entre los girones de la tormenta que se deshace. No hay mas que hacer que enfrentarse de nuevo a las obras de la carretera y descender hasta Villafranca del Bierzo donde volvemos a encontrarnos con la tormenta, pero esta vez ya no nos asusta, llegamos bien entrenados.
SABADO DE GOLORIA EN LA FERRERÍA.
Acuarela de Cuadra Sánchez.
Acuarela de Eusebio Llorca.
Acuarela de Eusebio Llorca.
Acuarela de Gonzalo Gil
Acuarela de José Miguel Beneyto.
Enrique Mijares, Gonzalo Gil, Eusebio Llorca y Cuadra Sánchez.
Cuadra Sánchez, Gonzalo Gil y Eusebio Llorca.
Enrique Mijares.
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